jueves, 9 de agosto de 2012




  El barón rampante. Italo Calvino.


Érase una vez un niño que decidió subirse a un árbol y no volver a poner jamás pie en tierra. Y lo consiguió. Murió, ya viejo, queriendo subir aún más alto, agarrándose al ancla  de un globo aerostático, desapareciendo, quizá en el mar, quizá subiendo más alto. Sin embargo, este ser distante, excéntrico, no se alejó del mundo. Conoció desde las ramans de un castaño, de un roble, de un olivo, de un aliso; conoció, digo, la amistad, el amor, la muerte, el espíritu humano; trabó amistad con los bandidos más temidos de la comarca y  con traidores a la patria y a la familia. Hizo su mundo.
 Esta es la historia que nos cuenta Italo Calvino: conocer el mundo desde nuestros árboles, ser fieles a lo que sentimos, pero no  alejarnos del mundo, brindarle lo que somos. ¡Y cómo la cuenta! Pocas veces he leído un libro tan bien escrito, en él encuentras el lirismo del amor, el humor sutil, el habla coloquial y el rigor de la historia falsa. ¡Lo tiene todo!
 Hacedme un favor; léedlo.
¡Viva Óptimo Máximo!

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