miércoles, 9 de febrero de 2011

'Maus' (Art Spiegelman): Crónica del nazismo en forma de cómic.



Está entrada la publiqué originalmente en uno de mis blogs personales, pero tenía pensado traerla también aquí, porque aparte de que es uno de las lecturas de mi corta vida comiquera (y no comiquera) que más me han gustado, tiene el récord de ser el único que ha sido galardonado con un premio Pulizter. Y además de eso, es una muy interesante crónica del nazismo para nosotros, que cómo jóvenes que somos, no estamos del todo maduros para atrevernos con lecturas más de adultos. Y aunque lo estuviéramos, a 'Maus' hay que echarle un vistazo sí o sí. Espero que sí no lo habéis leído, os animéis a hacerlo ahora. Entrada que va:

Historias sobre el nazismo hay montones, ya narren la crónica desde el lado opresivo y alemán, desde el punto de vista de los sufridores judíos o desde el de los salvadores aliados. Sin embargo, no todo es tan blanco o negro como lo pintan los libros de historia, y libros como Después del Reich” o “Una mujer en Berlín” (de la en 2008 se hizo una película, por cierto) así lo demuestran, pero hoy me quiero centrar en otra cosa. Porque entre tanto escrito hay también espacio para un cómic que actualmente tiene el logro de ser el único en haber conseguido un premio Pulizter. Los que sois habituales en el género probablemente conoceréis ya “Maus”, historia que se olvida de ser humano y crea una nueva dimensión de la historia con animales. 



Los gatos son fieros, dominantes e implacables. Una vez capturan a su presa, un ratón en este caso, ya no la dejan escapar. No hay perdón para el pequeño roedor, por mucho que se debata e intente luchar.  No, finalmente las garras opresoras del felino acaban quitándole el último suspiro de vida. ¿O no? Porque si el subtítulo de Maus es “Relato de un superviviente” es por algo. Y ese superviviente no es nada menos que el padre del propio autor, Art Spiegelman, que grabadora en mano siguió a su progenitor en el tortuoso camino de recordar el pasado de ambos, aunque a uno le afectó directamente y al otro lo esté haciendo indirectamente. El padre tiene que vivir con el dolor de haber perdido a muchos seres queridos, pero por encima de todo a su propio hijo, todo para evitarle el horror de una muerte inhumana y dolorosa. Y Art, nacido en la seguridad de los EEUU de la post-guerra, tiene sobre su cabeza el peso de no haber vivido ese terror, de sentirse un extraño es su propia familia.

En este mundo regido por las idiosincrasias animales y el carpe diem (porque puede que un minuto después te hayan comido) siempre hay espacio para el error, un momento de duda o distracción, que provoca que el roedor pueda escapar y volver a correr libre. Libre teóricamente, porque en su interior notara aún la presión de las heridas pasadas, que esas que nunca desaparecen, que te oprimen el corazón. Heridas que no olvidan, al igual que tampoco lo hacen las múltiples placas con nombres de personas que te encuentras calle sí, calle también, en los suelos de de Berlín. 

El mundo humano y el animal se juntan en esta novela, interconectando a ambos seres, creando similitudes. Así están caracterizados todos los personajes, los alemanes como gatos, los judíos como roedores, los polacos como cerdos… Es el mundo animal, que se rige por la supervivencia, sólo que retratando una historia humana. Porque humanos y animales, al final todos venimos del mismo lugar. Decimos que lo único que nos distingue es la capacidad de pensar, pero a veces parecemos olvidarnos de ello por completo, llegando a cometer hechos como los que se narran en esta novela.  

Son dos mundos totalmente diferentes, por un lado, el despreocupado mundo de la post-guerra, por otro, la encarnizada lucha por la supervivencia que se llevó a cabo. En uno, un mínimo trozo de pan puede suponer la barrera entre la vida y la muerte, en otro, cualquier cosa parece dada, y sin derecho a merecer pasarse un momento y pensar en lo afortunado que es uno. Así son los jóvenes, cada vez más despreocupados, sin conciencia y por desgracia, sin interés de lo que sobrevino a sus abuelos, e incluso padres. 

Maus sirve como visión de ese cambio de pensamiento de la sociedad, esas dos historias que tienen como nexo común las heridas del nazismo, pero que tiene un carácter totalmente diferente. Una te hace estremecerte, plantearte el sentido de la vida, temer porque el ser humano vuelva a cometer un genocidio semejante, estrujarte la cabeza pensando en cómo una sociedad puede degradarse hasta tal limite, como una persona puede nublar la mente de todo un país y guiarlos hasta el debacle. La otra te da paz interior, tranquilidad, sensación de que todo está encauzado, todo discurre por dónde debe, sin interrupciones. Ambas son reales, ambas son facetas del un ser humano que no es la primera vez en la historia que ha parecido ser bipolar más de una vez en la historia.


Lectura totalmente imprescindible para cualquier ser humano vivo en este mundo. Vale la pena desembolsar el dinero que haga falta para disfrutar de una historia que no hace tanto que ocurrió, que deja los pelos de punta.

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